La situación de empleo en el
ámbito social muestra una lamentable y preocupante
situación sobre la que poco se escribe. Ya conocemos los recortes sociales que las entidades han sufrido a
todos los niveles, y que les han llevado a la supresión de diversos servicios o
la desaparición total de actividad, pero hablo sobre lo que hay detrás de todo esto.
Estas entidades se ven muy
limitadas a la hora de contratar personal profesional para sus servicios, y
prefieren sustituirlos por voluntarios, en su mayoría sin formación, que
realizan funciones especializadas para las que no están preparados. Este
intrusismo viene amparado en parte por una ley de voluntariado en la que se
escudan las entidades para ahorrarse unos cuantos sueldos. La
desprofesionalización conlleva un servicio de mala calidad y cuestionable ética
que se ha instalado en este desolador panorama