Esta semana tuve la oportunidad de
asistir en Sevilla a un curso sobre violencia filio parental organizado por la
asociación Ariadna. En él tuve la suerte de conocer muy buenos profesionales
que abordaron este tema desde diferentes perspectivas, algunas innovadoras y
muy interesantes. Escuchando a alguno de
ellos os puedo decir que literalmente se me puso la piel de gallina por el
grado de compromiso con el que hablaban de su trabajo. Os contaré el porqué.
En esos momentos recordé cuando
trabajaba en los Asperones (una barriada marginal de Málaga) con 20 años y terminé de descubrir a lo que me quería
dedicar: al trabajo con menores, especialmente aquellos en riesgo de exclusión.
Yo que hasta entonces era algo cortado para ciertas cosas me sentí totalmente realizado
organizando los talleres y juegos viendo sus respuestas de afecto y alegría. Lo
que había sido una visita de un día a aquel colegio se convirtieron felizmente al
año siguiente en mis prácticas durante un curso escolar completo en dicho
colegio en las que pude dedicarme con toda entrega a trabajar con esos
chavales.