Las retiradas de menores al
dictaminarse un desamparo suelen ser muy duras. Muchas veces existen
incluso movimientos de apoyo a progenitores, que se afanan en defender
la permanencia de los mismos en un medio que se ha demostrado ser hostil
por resolución judicial. Esto puede ser entendido dentro de la
confianza ciega que tenemos en nuestro círculo más cercano, pero la vida
dentro de cada hogar es una realidad paralela que casi nadie que se
encuentre fuera de ella puede conocer.
La normalización de conductas inadecuadas en el medio de convivencia no
es solo un peligro para la integridad física de los menores, sino que además interfiere en su visión de la realidad. El maltrato no solo se
refiere a la violencia física, sino también a la psicológica u omisión
de los deberes que la patria potestad otorga como la alimentación o la
formación integral. Está demostrado que una gran parte de padres
maltratadores sufrieron este mismo trato de sus progenitores. Es un
círculo vicioso que o se rompe, o continúa.